-Me faltó volver-

Al mirar atrás
las huellas se habían borrado
y las migas,…
los pájaros se habían llevado.
 No pude regresar jamás.
Cuando voy al sueño a ver la realidad
invento caminos que me llevan de regreso.

©Carolina Orozco.

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LA FAMILIA REVUELTAS

           Me escribieron que José Revueltas, el novelista, está preso en su patria, México.
     La noticia es áspera para quien lo conozca y a mí me provoca recuerdos de tristeza.
     Esta familia Revueltas tiene «ángel». En un país de creación perpetua, como el país hermano, ellos se revelaron excelentes y superdotados. Es una familia eficaz en la música, el idioma, en los escenarios. Pasa como con los parra de Chile, familia poética y fol´klórica con talento granado y desgranado.
     Una tarde, al regresar de mis trabajos, encontré a un desconocido sentado en la sala de mi casa, en la ciudad de México. Yo no le veía claramente la cara porque se había puesto uno de mis sombreros de paja, pequeño y multicolor, comprado en la Feria. Debajo de sus alas una melena profusa y entrecana protegía su robusto cuello. Más abajo, venían unos hombros de coloso y un traje desaliñado. Ju nto a él había varias botellas de mi precioso  vino chileno, estrictamente vacías.
      Se trataba del más grande, más original y poderoso compositor de México: Silvestre Revueltas.
      Me senté frente a él y de pronto levantó su cabeza de minotauro. Apenas abrió los ojos, me dijo:
      -Traéme otra botella. Hace ya varias horas que te espero. Se me ocurrió pensar esta mañana que puedo morirme un día de éstos sin haberte conocido. Por eso estoy aquí. Es malo que que los hermanos no se conozcan.
      Era fantástico, plet´çorico y pueril. Era el gigante genial de la música de México.
      Tres días y tres noches se pasó en mi casa. Yo dalía a mis quehaceres y volvía a encontrarlo sentado esperándome en el mismo sillón.
      Repasamos nuestras vidas y las vidas ajenas. Conversábamoshasta muy tarde en la noche y luego él se echaba sobre una cama
con el traje y los zapatos puestos. Al verlo dormido, yo le dejaba otra botellas de vino, abierta, cerca de su inmensa cabeza.
      Así como llegó a mi casa , un día desapareció sin despedida ysin ceremonia. Se había ido a dirigir los ensayos  de su Renacuajo paseador, ballet clásico de nuestra época contemporánea.
     Algún tiempo después , la noche del estreno, estaba yoo en un palco. En el programa se acercaba el momento en que debíapresentarse Silvestre a dirigir su obra. Pero ese momento no llegó. Sentí que desde la sombra me tocaban el hombro. iré hacia atrás. Su hermano José Recueltas me susurró:
     -Vengo de casa. Acaba de morir Silvestre. Eres el primero en saberlo.
     Salimos a conversas. Me contó que se había agravado en los últimos días y que poco antes de morir había pedido que colgaran en la pared, frente a su lecho, el sombrerito de paja que se llevó  aquella vez. Al día siguiente lo enterramos. Yo leí mi «Oratorio menor», dedicado a su  memoria. Nunca un muerto me había
oído con más cuidado. Porque mi poema lo sacaba de las circunstancias y del territorio para darle la verdadera  dimensión continental que le correspondía.
     Hablando de los Revueltas, contaré que en Berlín me invitó Helene Weigel,  viuda de Bertolt Brecht, a una función del Berliner Ensemble. SE daba una obra rusa del siglo pasado, en alemásn, se comprende, con muchas damas y caballeros cazadores en escena. La protagonista era bella, festejada, fatal y natural.
Miré el programa. La actriz era la hermana de los Revueltas, la mexicana morena Rosaura Revueltas. Allí estaba c on su mirada negra, echando rayos y centellas y hablando en alemán, en una capital de Europa y en el centro del conj unto  teatral más famoso del mundo.
      Después de la función, le pregunté:
     -Y qué hiciste para aparecer tan blanca en ese teatro de rubios? Pensé que te verías como mosca en leche. Te pintaron?
     -No -me respondió-. No te imaginas lo que pasó. Oscurecieron a los otros.
      Pero, ahora, nuestro importante Recueltas es José. Contradictorio, hirsuto, inventivo, desesperado y travieso es José Revueltas: una síntesis del alma mexicana. Tiene, como su patria, una órbita propia, libre y  violenta. Tiene la rebeldía de México y una grandeza heredada de familia.
      Yo siento amor carnal por México con los altibajos de la pasión: quemadura y embeleso. Nada de lo que pasa allí me deja frío. Y a menudo me hieren sus dolores, me perturban sus errorres, y comparto cada una de sus victorias.
     Se aprende a amar a México en su dulzura y en su aspereza, sufriéndolo y cantándolo como yo lo he hecho, desde cerca y desde lejos.
     Por eso, con la tranquilidad que da el derecho ganado con amor, termino así esta prosa:
 
     Señor presidente Días Ordaz:
     Yo reclamo la libertad de José REvueltas, entre otras cosas, porque seguramente es inocente. Además, porque tiene la genialidad de los Revueltas y también, lo que es muy importante, porque lo queremos muchísimo.
 
 
 * Pablo Neruda. Para Nacer he Nacido. Cuaderno 3. [Carta enviada al presidente de México, Señor Días Ordaz, en febrero de 1969]
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-30-

Pensamientos en caída

Se enturbia el piso

 

De momento un frío penetrando las entrañas

del ser que llevo,

que cargo,

que guardo.

 

Frío,

diluyéndose en su sangre

intercambiándose por ella.

 

Azul pálido

entre ramas de nervios.

 

Pedazos de pensamientos

enterrándose en un suelo rojizo y agrietado

y ese otro que no soy

desapareciendo.

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Fue sueño ayer…

Fue sueño ayer, mañana será tierra.
¡Poco antes nada, y poco después humo!
¡Y destino ambiciones, y presumo
apenas punto al cerco que me cierra!

Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa, soy peligro sumo,
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

Ya no es ayer, mañana no ha llegado;
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.

Azadas son la hora y el momento
que a jornal de mi pena y mi cuidado
cavan en mi vivir mi monumento.

* Francisco Quevedo

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Charanga post mortem

Después de mi muerte,
quién dedicará una tarde
a hablar de la grandeza de mi susurro propicio,
de mi mirar para salir gritando
las noticias olorosas, la música flotante,
la palabra que encuentra su llaga en la floresta (…)

y dentro de las carvanas, dije las palabras más precarias
pero apunté al centro de la riqueza
y reseñé las oscuridades y las llamas,
pero no me refugié en el asco semanal
ni sostuve a los augures cómodos.

Quién hablará de mi manía nocturna
de adivinar en las estrellas inermess
alguna suave indicación del castigo futuro,

de atender en el pubis amado
la hoguera submarina, la categoría del liquen y la laca,
y los documentos rizados de la borrasca,

a ti, olvidadizo, te di mi mano como un océano.
ingresé por ti en el partido de los suplicantes
y nunca cerré las ventans

a ti, altiva, busqué entre tus ojos
la primera llamada
y respeté tu forma de desplegar el silencio
y de comer sola pero tributaria entre el pan de la multitud

quién
recordará mi manera
de leer en los ojos de las mujeres
que pasan por la calle
toda clase de anuncios sobre mi poquito del mundo, (…)

quién dirá cómo sonaba
la cabeza de mis hijos perplejos
para entender mejor la muerte de mi madre,
quién hablará
de mi cuchara obsolota, quién dirá cómo
me enfrenté a los vociferantes, cómo bese la boca deseada
y caí insultando las piedras sagradas,
cómo ofrendé al traidor mi clamorosa mudez,
y cómo nunca pude negociar con el coro,
pero entendí en el mar la materia más limpia
y estuve al lado de los compañeros
poniendo las piedras para el camino el precipicio la herida mayor.

A ti, olvidadizo, te di las antesalas de mi muerte,
no evalués mi ritmo de mudo fonámbulo,
ni mi cuarto ojo sobre la espalda del tiempo (…)

Quién sabrá otra vez
cómo miré a fondo el mar
en octubre del 83
con tu mano en la mía
y ya no pude ser el mismo.

Quién me hará el favor último
de hablar asombrado o celebrante
de qué ridícula, dulce y estruendosa manera traté
de ser hombre entre las mujeres y los hombres?

* Jorge García Usta
   [1960-2005]

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-8-

La ausencia es el reflejo de algo.

De la cortina
que cierra el ojo de la casa
para que los rayos de sol
no toquen sus entrañas

De la rosa muerta
en el jardín del frente
de la casa en la que habitan
los recuerdos más pesados

De las manos de la niña
sosteniendo el rostro
para cazar las lágrimas
que descienden de sus ojos

Del extraño que camina
por la calle, cuesta arriba
pateando las piedras
para darle sentido
a su camino sin destino

Del mar que recorre el munso
y tontamente viene  morir
intentando caminar
más allá de la orilla

La ausencia es el reflejo del silencio
que guardan todas estas cosas

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Die Sprache – El lenguaje

Die Sprache
(1799 – 1800)

Im Gewitter spricht der
Gott.
Öfters hab’ ich die Sprache
sie sagten der Zorn
sei genug und gelte
für den Apollo –

Hast du Liebe genug
so zürn aus Liebe
nur immer
Öfters hab’ ich Gesang
versucht, aber sie hörten
dich nicht. Denn so wollte
die heil’ge Natur. Du sangest
du für sie in deiner Jugend
nicht singend.
Du sprachest zur Gottheit,
aber diss habt ihr all ver-
gessen, dass immer die Erst-
linge Sterbliche nicht,
dass sie den Göttern
gehören.
Gemeiner muss alltäglicher muss
die Frucht erst warden, dann wird
sie den Sterblichen eigen.

El lenguaje
(1799-1800)
En la tormenta habla el
Dios.
A menudo tengo yo el habla
dijeron que la ira
bastaría y sería
válida para Apolo –
si tienes amor suficiente,
entonces, enoja por amor,
pero hazlo siempre.
A menudo he intentado
el canto, pero ellos no te
escucharon. Pues así lo quiso la
sagrada naturaleza. Tú le cantabas,
a ella en tu juventud
no cantando
Tú le hablabas a la divinidad,
pero esto lo habéis olvidado, vosotros,
todos, que siempre los primerizos
son los mortales, y que ellos
pertenecen a los
dioses.
Y común y cotidiano ha
de ser primero el fruto,
para así volverse adecuado a los mortales.

[Traducción de Breno Onetto]
Friedrich Hölderlin

    [Lauffen-am-Neckar, Alemania, 1770-1843]

 
***

 

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GIl De Biedma

"Muy
pobre hombre ha de ser uno si no deja en su obra – casi sin darse
cuenta- algo de la unidad e interior necesidad de su propio vivir. Al
fin y al cabo, un libro de poemas no viene a ser otra cosa que la
historia de un hombre que es su autor, pero elevada a un nivel de
significación en que la vida de uno es ya la vida de todos los hombres
o, por lo menos – atendidas ya las inevitables limitaciones de cada
experiencia individual- de unos cuantos entre ellos"
.


                                                               
* JAIME GIL DE BIEDMA


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EL INFIERNO MUSICAL

Golpean con soles
Nada se acopla con nada aquí
Y de tanto animal muerto en el cementerio de huesos filosos de mi memoria
Y de tantas monjas como cuervos que se precipitan a hurgar entre mis piernas
La cantidad de fragmentos me desgarra
Impuro diálogo
Un proyectarse desesperado de la materia verbal
Liberada a sí misma
Naufragando en sí misma.

* Alejandra Pizarnik. El Infierno Musical
   "I Figuras del Presentimiento" [1971]

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EL CENTINELA Y LA ALQUIMISTA

La mueca de algún sortilegio del escombro,
quiso que mi rumbo despliegue la boca
de mis cenizas en la tumba de algún mago de lo fatal
Donde el sonido de las manos que invocan
Talan la sonrisa de la mas sorda de las luces
Mirando, a través de un drenaje
todo el planeta de tus cielos
Y en ese sermón de los vestigios
No deja de llamarme: esa luz, su historia
que mece la cuna de la indiferencia
Sin más remedio que lo ya leído
por el viejo Centinela a su amada Alquimista
En el trasnotado capricho por seguir viviendo.


* Daniel F.

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