Me he preguntado: cómo pasan las horas en tu reloj de arena,
y con ese pretexto,
he cabalgado en mis sueños para alcanzar una espumosa nube
que ha pretendido con garabatos dibujar ese misterio.
Siempre despierto con la misma sensación de que tus años
se han escapado por alguna rendija que no he percibido
y entre más lo pienso, más se pierden los intentos.
Cada noche vuelvo a juntar los parpados,
y cada mañana trato de no despegarlos,
así tal vez en los intervalos en que mi cuerpo decide
mantenerse dormido, puede que algún día
encuentre tu rostro dibujado cerca de mi almohada.
Y atraparé tus sueños,
y atraparé tu tiempo.
La arena de tus años vendrá a postrarse al pie de mis huellas
y podré despertarme sin miedo a que te pierdas
entre la multitud de gentes,
porque nunca he visto tu rostro, porque no sé quién eres.
… hermoso.